Junio de 2022. El Barça, tras otro año en blanco, prometía dar un salto de calidad a una plantilla que parecía muerta. Laporta y Alemany se pusieron manos a la obra: tras culebrones, palancas y promesas de títulos, el Barça se plantó al final del verano con una plantilla, de nuevo, competitiva. Los fichajes de más relumbrón llegaron en la parcela ofensiva. La bomba de Lewandowski, la renovación de Dembelé y la apuesta por Raphinha ilusionaban a los culés. Sin embargo, los que cambiaron realmente la realidad competitiva del equipo fueron los defensas. Koundé y Christensen encajaron desde el primer día en el sistema de Xavi y el subidón de nivel de Ter Stegen aportó al equipo una dosis de seguridad, desconocida en can Barça en las últimas temporadas. Pero una de las incorporaciones más productivas no iba a ser un fichaje: Alejandro Balde, sin que en el Barça contaran con ello, explotaría para cambiar la concepción de la banda izquierda culé. Xavi tenía con qué construir.

Los primeros meses del Barcelona tuvieron dos claros protagonistas: Lewandowski y Dembélé. El primero se confirmaba como el gran fichaje del verano, anotando con una facilidad y constancia desconocida en el Camp Nou desde tiempos de Messi. Por su parte, Ousmane era el principal artífice de creación de juego y peligro, con luces y sombras en su rendimiento. La presencia del francés y la opción de Raphinha dejaban la banda derecha bien cubierta. Sin embargo, la izquierda seguía sin un dueño claro. Alba, Marcos Alonso y Balde se disputaban el lateral y Dembélé desplazado, Memphis, Ferran y posteriormente Ansu se repartían los minutos en el extremo, sin que nadie diera un rendimiento realmente definitivo. Hasta que Balde explotó por completo.

Balde, en una acción contra el Valencia (Photo by Silvestre Szpylma/Quality Sport Images/Getty Images)

Con él, Xavi ya no necesitaba un extremo que diera amplitud: en la figura del canterano, además de un gran corrector al espacio, encontraba al extremo que le faltaba. Así, con De Jong acostado sobre su banda en salida de balón, Xavi podía prescindir de la figura del extremo izquierdo, para sumar un centrocampista más. Y, entonces, la temporada del equipo dio un vuelco de 180 grados. Pedri y Gavi se hacían notar entre líneas y Busquets y De Jong se potenciaban mutuamente en la base de la jugada. Xavi había dado con la tecla.

Pero todo plan maestro necesita los mejores hombres para su correcta ejecución. Y Xavi perdió a su mayor atajo para el buen funcionamiento colectivo: Pedri. El canario aportaba la pausa entre líneas y la clarividencia para el último gesto que el equipo ha perdido con Kessié y Sergi Roberto. Así, aunque Xavi mantenga la estructura, al equipo le cuesta encontrar a los hombres de dentro y dominar los partidos a través de la posesión. Pero la profundidad y la capacidad para corregir de su banda izquierda sigue intacta. A expensas de la renovación, el club culé tiene Balde para rato.