“Nuestra comparación es respecto al año pasado, no con el mejor Barça de la historia. Está bien ser exigente, pero hasta cierto punto” – Fueron las palabras de Xavi Hernández tras ganar al Valencia, en la octava victoria por la mínima esta temporada. El entrenador azulgrana se refería a las épocas más gloriosas después de reconocer el margen de mejora que existe en el juego de su equipo, pero poniendo en valor la mejora lograda en relación al curso anterior.
En la previa de partido, después del debate sobre el estilo que basó el análisis de la victoria en el Bernabéu, el egarense había vuelto a sentenciar un mensaje que dijo a los pocos meses de sentarse en el banquillo del Camp Nou: “El Barça es el club más difícil del mundo. El año pasado lo dije y me cayeron hostias como panes, pero es la realidad. Ganas 0-1 en el Bernabéu y no convence, cuando al revés sería fiesta nacional”. En cualquier caso, estas dos afirmaciones sirven para reflexionar sobre el nivel de exigencia del entorno culé, desde afición a medios de comunicación. ¿Dónde se le debe poner el listón a este Barcelona y hasta qué punto se está otorgando el mérito justo a lo que se está consiguiendo esta temporada?
Antes de dictar sentencia, veamos los números del equipo esta temporada, comparándolos con la pasada, como hace Xavi Hernández. Con el empate del Real Madrid en el Benito Villamarín, el cuadro catalán aumenta su colchón a 9 puntos de ventaja en el liderato de la Liga. El Barça no era tan líder desde 2019: Son 62 puntos, habiendo marcado 46 goles y encajado 8 en 24 jornadas; el año pasado, a estas alturas, el balance era de 38 goles a favor, 28 en contra y el equipo era 5º con 39 puntos. La mejora es evidente y exponencial, especialmente en el sentido defensivo.
Xavi Hernández en el banquillo del Spotify Camp Nou | Getty Images
Pero, un análisis no tiene sentido sin contexto, por eso se deben tener en cuenta otros factores. Cabe comentar que el Barça ha tenido el calendario más complicado de la última década, visitando Reale Arena, Pizjuán, Bernabéu, Metropolitano y Villamarín en una misma vuelta. Una fase de grupos de la Champions comprimida en un mes y con Bayern de Múnich e Inter de Milán. Sin entrar en las actuaciones arbitrales, no se deben pasar por alto algunas acciones claramente perjudiciales, como los varios penaltis no señalados en competición doméstica o la escandalosa mano de Dumfries en San Siro.
Lo que sí hay que subrayar son las lesiones, que, a pesar de reducirse, siguen persiguiendo y mermando al Barça en momentos decisivos. En octubre, Jules Kounde y Ronald Araujo se lesionaron con sus selecciones, perdiéndose el doble duelo contra el Inter; y por si fuera poco, Andreas Christensen también cayó, dejando al equipo bajo mínimos atrás, obligando a alinear a un Gerard Piqué inoperante en el fatídico empate frente a los italianos. Si en otoño fue la zaga, recientemente ha sido el ataque y el centro del campo. Ousmane Dembélé causó baja en la eliminatoria frente al Manchester United, en la cual Pedri se lesionó. Tras el empate en el Camp Nou, Gavi también fue baja en Old Trafford por sanción, perdiendo a los dos jugadores más peligrosos en el borde del área y al mejor extremo del equipo. El fin de semana pasado Lewandowski sufrió una sobrecarga en Almería, quedando descartado para los últimos dos partidos, entre ellos la ida de semifinales de Copa contra el Madrid.
El Barça se plantó en el Bernabéu sin sus tres jugadores más determinantes de tres cuartos hacia arriba y tras dos derrotas. A pesar de ello, logró un valiosísimo 0-1, en un ejercicio defensivo de cátedra, que quizás no lleve la seña de identidad del modelo de juego pretendido, pero del que cabe destacar que no cedió ni un solo disparo a puerta en noventa y seis minutos. Pero, a pesar de la victoria, la lectura de esta se hizo basándose en el cómo, al inusual 35% de posesión y no al resultado. Las bajas, por lo tanto, son un argumento irrevocable a la hora de explicar los baches del Barça esta temporada. Cuando se ha tenido a disposición a los mejores jugadores, ha sido uno de los equipos más fuertes del continente; lo prueban exhibiciones como la del Clásico en la final de la Supercopa de España.
Xavi Hernández durante el Clásico de Copa del Rey | Getty Images
¿Saben el lapso de las películas de Marvel? Pues a veces da la sensación de que algunos lo han vivido. Desaparecieron en 2018 cuando el Barça se paseaba en Liga, competía en Europa y no han vivido los peores años de la época moderna del club. En 3 temporadas se ha ganado una Copa del Rey, la última Liga ni se compitió. Has pasado 2 años jugando la Europa League, y entre medio, el adiós de Messi y la peor crisis económica de la historia del club. Los registros que está logrando Xavi Hernández son brutales, y aun existiendo todavía un margen de mejora evidente en el juego del equipo, no se le puede quitar valor.
Sin exigencia no habrá excelencia, pero esta no puede llevar al menosprecio o a la crítica destructiva. Comparar con otras épocas doradas es injusto, por jugadores y por contexto. Las notas habrá que darlas a final de temporada, pero, lo cierto es que la Liga se ha puesto a tiro, y parece difícil que se pueda escapar. Si se termina logrando, sumándose la Copa del Rey, estaríamos hablando de una temporada más que notable. Tiempo al tiempo.