Tras la épica remontada frente al Sevilla y la buena racha de juego, los de Koeman visitaban El Sadar con la tarea obligatoria de sacar los tres puntos en una jornada importantísima para la lucha por La Liga porque recortaría puntos a sus dos máximos rivales dependiendo de lo ocurrido en El Derbi.

Koeman salió con todo, no quería sustos. Sin embargo, el equipo salió a medio gas, renunció a la presión en la salida del rival y llevó a cabo un juego muy lento. El holandés decidió darle continuidad al esquema del 3-5-2, pero ante un planteamiento como el de Osasuna, solo podía hacerle daño a la espalda de la defensa y así fue. La única ocasión de gol que tuvo gracias a una llegada por sorpresa de Jordi Alba bien vista por Messi acabó estrenando el marcador. El ritmo de balón del Barça era muy lento ante un Osasuna con las ideas muy claras en ataque y correcto en defensa. Los de Arrasate firmaron una gran primera parte evitando el juego entre líneas del Barça. Los de Koeman han tenido problemas tanto en la salida de balón, donde la falta de Piqué se hace notar, y en la proyección del equipo en ataque por el medio. Con la ventaja en el marcador, el Barcelona optó por controlar el tiempo del partido. Aún así, Osasuna no estaba por la labor de tirar la toalla y tuvo su ocasión de empatar gracias a un control mágico de Rubén García cuyo remate paró Ter Stegen.

Jordi celebrando su gol con Griezmann. Fuente: Getty Images

El Barça hizo algo poco habitual esta temporada con la ventaja en el marcador: defender a través de la posesión. Los de Koeman no arriesgaron tanto con la ventaja en el marcador porque el objetivo claro era la victoria. Griezmann tiraba tantos desmarques como podía, pero los compañeros no le veían y su influencia en el juego acabó siendo escasa durante la primera parte. Aún así, el ritmo del partido era muy lento y el equipo daba la sensación de estar cansado porque firmaron un primer tiempo a medio gas. Si tu equipo titular no está para rendir plenamente, igual lo mejor es rotar para mantener un ritmo alto de juego. Messi se puso el mono de jugador creador y participó prácticamente en cada jugada. Pero, el hombre de la primera parte, y se podría decir que del partido, fue Mingueza.

Tras el descanso, Koeman le dio entrada a Dembélé y cambió el esquema de nuevo al 4-3-3. El partido cambió, cogió más ritmo, porque el francés aportaba amplitud y uno contra uno desde la banda atrayendo hacia él la atención de la defensa, mientras que Messi se aprovechaba de la situación para aparecer en la frontal del área con opciones para jugársela él o filtrar pases tanto a Jordi Alba como las entradas en segunda línea. El Barcelona adelantó la línea defensiva y eso propició que viéramos la versión “pulpo” de Sergio Busquets: el pivote recuperó numerosos balones tras pérdida en campo rival que propiciaron poder atacar de manera reiterada sin dejar salir a Osasuna de su campo. A medida que pasaban los minutos, Osasuna optaba por salir a la contra apoyándose en Calleri como pivote y los jugadores del Barça daban muestras de mayor cansancio, algo lógico teniendo en cuenta el esfuerzo físico del partido de Copa del Rey.