«Victoria agónica del Barça fuera de casa». Da igual cuándo leas esto esta temporada: en Villarreal, Navarra, San Sebastián y Las Palmas ya han sido testigos de cómo los de Xavi Hernández tiraban de épica para llevarse los tres puntos en los instantes finales del partido. Inesperadamente, Vigo, considerada como una de las salidas más complicadas del calendario liguero, se sumaría a la lista tras un penalti en el 93′ provocado por Lamine Yamal y transformado -a la segunda- por Lewandowski

Y es que se juntaron el hambre con las ganas de comer en Balaídos; un Celta sediento de puntos recibía a un Barça necesitado de sensaciones positivas. Tras el enésimo pinchazo en Montjuic, el conjunto azulgrana se adentraba en territorio comanche para afrontar el último compromiso liguero previo al regreso a la máxima competición europea. La situación del equipo, sumada al historial de las últimas visitas a Balaídos, no auguraban los mejores indicios para una cálida tarde de febrero en Vigo que tenía todas las papeletas de convertirse en el Día de la Marmota.

Xavi, consciente de la trascendencia del choque antes de viajar el próximo martes a Nápoles, volvió al 4-3-3 con dos caras nuevas con respecto al pasado domingo: Ronald Araújo ocupó el lugar de Íñigo Martínez en la zaga azulgrana para formar pareja junto al bueno de Pau Cubarsí y Vitor Roque estrenó titularidad partiendo desde el extremo izquierdo, desplazando a Pedri como volante por delante del doble pivote de ‘cincos’ formado por De Jong y Christensen. En cuanto al resto del once, ter Stegen repetía bajo palos, Koundé y Cancelo se mantenían en los laterales y Lewandowski y Lamine Yamal, ambos en un buen estado de forma, completaban el tridente ofensivo azulgrana.

No fue la tarde de Vitor Roque en su debut como titular con el Barça | Fuente: GettyImages

Como suele ser habitual en los partidos de esta temporada, el inicio fue lento y trabado; el Barça proponía una circulación de balón en campo rival prácticamente inofensiva, salvo un par de contraataques que Lamine y Pedri trataron de conducir sin éxito por la derecha. Tras un tempranero zurdazo desde la frontal de Lamine que repelió Guaita, el equipo demostró que sigue sufriendo atrás en las transiciones rápidas y que en ataque se desarma fácilmente con imprecisiones en los metros finales fruto de la ansiedad y las inseguridades. No fue el día de Vitor Roque, que ofreció una de cal y otra de arena, asociándose bien con sus compañeros en la punta de ataque, pero fallando en la recepción y control del balón.

Desde la banda, Xavi pedía enérgicamente tanto a Frenkie como a Cubarsí agitar el férreo muro vigués con cambios de juego y desplazamientos horizontales en largo. El equipo se armó de paciencia y no desistió en la búsqueda del gol hasta que, justo antes del descanso, Lamine Yamal habilitó a Lewandowski que, con un control orientado, se deshizo de su marca para fusilar a Vicente Guaita con un potente disparo cruzado a media altura. Golazo polisémico del delantero polaco; a nivel personal, porque supera la barrera de los 10 goles en Liga y encadena tres jornadas consecutivas encontrando portería y, en el aspecto histórico, convirtió el gol 11.000 del FC Barcelona en competición oficial e igualó los 49 goles de Thierry Henry.

El cañonazo de Lewandowski desde la frontal que ponía el 0 a 1 en Balaídos | Fuente: GettyImages

Lo que costó construir en 44 minutos se derrumbó en tan solo uno. Un crecido Óscar Mingueza quebró a Christensen con un pase de espuela que Iago Aspas conectó con un remate que se envenenó tras tocar en la bota de Jules Koundé, y terminó superando por arriba a ter Stegen. Una vez más, el central francés no pudo evitar salir en la foto y se adentra cada vez más en el ojo del huracán. Por su parte, Iago Aspas volvió a demostrar su fetiche por ter Stegen y le anotó su décimo gol al arquero alemán.

Xavi no tardó en buscar la reacción inmediata del equipo mediante el ingreso de Gündogan por un apurado Christensen y el regreso de Raphinha tras un mes de baja en lugar de un espeso Vitor Roque que no pudo rugir en un escenario tan complicado. El extremo brasileño, hoy desde la izquierda, se mostró incisivo desde el primer instante en el que pisó el césped de Balaídos y zarandeó momentáneamente el ritmo del ataque azulgrana, estando a punto de sorprender a Guaita a través de una lejana falta directa.

La falta de un mediocentro posicional tras la sustitución de Christensen por Gündogan, sumadas a la anarquía de De Jong como único pivote y al apagón progresivo de Pedri -terminó siendo cambiado por Fermín en el 75′-, condenaron a un Barça que emprendió una lucha por la supervivencia contra sus propios errores durante el último tercio del encuentro.

El último acto del partido se presentaba cómo un calco del desenlace de la ida en Montjuic hasta que, en el minuto 93, llegó el penalti. Un ingenuo despeje de Fran Beltrán dentro del área del Celta no encontró el balón, sino el glúteo derecho de Lamine Yamal. El árbitro no dudó en señalar el punto de penalti y, de repente, el escenario de Las Palmas se postraba ante los ojos del espectador.

Lewandowski tomó carrerilla y, tras su clásica paradinha, vio como Guaita adivinó sus intenciones y consiguió salvar momentáneamente al Celta. Sin embargo, el VAR obligó a repetir el lanzamiento, ya que el cancerbero celtiña tenía los dos pies adelantados a la línea en el momento del disparo. El delantero polaco repitió el penalti y, esta vez, no perdonó.

Penalti, gol y victoria de las botas de un Lewandowski que ya suma 12 goles en Liga y 50 con el Barça| Fuente: GettyImages

Agónico gol en el último suspiro para darle una nueva victoria al Barça fuera de casa y lograr así la cincuentena de goles con la camiseta azulgrana. Tres puntos vitales lejos de Montjuic para seguir en la lucha por La Liga pero que, de cara a la Champions, no terminan de convencer del todo. Sin embargo, el empate de un Nápoles sumergido en un mar de dudas ante el Genoa en el Diego Armando Maradona hace que el vaso se vea medio lleno de cara al próximo miércoles.