Ya sabemos que el fútbol ha cambiado, que los jugadores son cada vez más profesionales, que este deporte se ha convertido en algo más que una pasión que viene desde dentro, y en definitiva, entendemos dar patadas a un balón como un compromiso personal en la búsqueda de la satisfacción laboral, ya sea en el club de tu vida o en otro. Ese chico que parecía destinado a marcar una época en el Barça se está dando cabezazos contra su propio mal: las lesiones. Y parece que a nadie le interesa encontrar solución.

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Fuente: Marca

Es conocido por todos que el panorama económico y estético ha eclipsado al deportivo, partiendo de los intermediarios y representantes buscando sangrar a las entidades desde que los niños deciden no tener infancia, hasta los minutos repartidos en el primer equipo por cláusulas de los millonarios contratos. Todo está medido, todo está controlado. Es entonces cuando ya solo queda correr y no mirar atrás, cuando únicamente te esfuerzas en no escuchar las dichosas comparaciones, en mantener la presión por el qué dirán, en proyectar un ejemplo humano en el que los más pequeños decidan fijarse. Porque hoy se es ídolo con 15, 20 o 30 años, y no precisamente por salvar vidas o dar trabajo a familias, sino por tener la suerte que otros no han tenido, ser protagonista en la élite del balompié.

Dembélé vino con ilusión, con ganas, con ansia, con el puesto amoldado a sus necesidades, pero con la etiqueta de no ser Neymar y haber sido el fichaje más caro de la historia culé. Mucha velocidad y desparpajo, pero poca combinación y menos gol, aunque el potencial estaba ahí. El tacón de Getafe lo señaló, y desde entonces, ocho lesiones en menos de tres años. Desde que juega en el Camp Nou, casi 300 días de baja, y tan solo 10 días en sus otros dos equipos anteriores. ¿De verdad no se ha encendido la bombilla del por qué?

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Fuente: FCB

La paciencia se agota incluso para los que también sabemos esperar. Si no eres feliz aquí, vete. Si no has querido integrarte en el vestuario de los Messi y compañía, vete. Si tienes 22 años y te da miedo encarar por no perderla mientras miles de chavales se morirían por estar en tu lugar, vete. Si te callas las molestias para no caldear el ambiente y te lesionas al siguiente partido, vete. Si prefieres no descansar por disfrutar de la noche con tu entorno arriesgando tu estado físico, vete. Si el club no te cuida con un seguimiento personal que te cambie de mentalidad, vete. Si Valverde no se preocupa en ver qué hábitos tienes y cómo te puede aconsejar en el campo, vete. Porque Xavi, Iniesta o Messi también pasaron por tu edad, y a ellos se les esperó pese a sus nefastos contratiempos musculares. Ellos sí querían estar aquí y sacrificarse como ningunos. Como Ter Stegen, que en dos meses ya hablaba mejor castellano que algunos patriotas, o Frenkie De Jong, que le falta tatuarse el escudo para demostrar que quiere retirarse con esta camiseta.

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Fuente: FCB

Siempre te defendí Ousmane, hasta cuando hiciste cosas que pisaban nuestra dignidad, pero quizás esto sea insostenible. No sé cómo convencer a la gente de que aún tienes proyección y de que puedes triunfar por tus condiciones, o de que no te silben para intentar motivarte, porque al fin y al cabo, el pueblo es soberano. “Pon tú de tu parte, que yo pondré de la mía”, me decían. Mala suerte se puede tener una, dos o tres veces, pero no siempre. La sensación es que a nadie le importa que vuelvas a ser decisivo, porque la irrupción de Ansu Fati lo tapará todo, pero me da pena que vayamos a desechar por capricho propio una oportunidad única de ver a un jugador tocado con varita mágica, y lo que es peor, me da pena tener que tragarme las opiniones de los que quieren de vuelta al brasileño que te dejó vía líbre para hacerte soñar en azulgrana. Ni el Barça ni tú habéis estado a la altura, y ya es hora de decirlo, has tocado fondo. Darse cuenta de los errores también es una virtud.