Wanda Metropolitano, un gélido domingo de enero, a las 9 de la noche. Sin duda, no era el escenario idóneo para el encuentro que se le presentaba al Barça: velada de esas que ganan Ligas, cuando solo sirven los tres puntos si deseas volver a ser líder en solitario por delante del eterno rival y no arrepentirte en mayo de haber desperdiciado el tropiezo de los blancos en el Estadio de la Cerámica.

Y esta obligación imperiosa, esta ocasión indesperdiciable, se presentaba a los blaugranas además cuando planeaba sobre ellos la sombra de duda copera. Tras la eliminatoria entre semana ante el Intercity, en la que los culés sudaron sangre para pasar de ronda, esta oportunidad liguera tenía potencial de convertirse en un “via crucis” con tintes de ultimátum para Xavi y otros señalados. Mirando a las estadísticas, el escenario se oscurecía aún más, pues el Atlético había vencido en los dos últimos encuentros como local ante el Barça.

La magia de Pedri volvió a titilar en la capital. Fuente: Getty Images

Pues bien, en honor a Cruyff, que dijo eso de “salid y disfrutad”, el Barça venció a los malos presagios y se lleva a casa los tres puntos precisamente gracias a cómo salió al terreno de juego. Los blaugranas afrontaron los primeros minutos de partido con frío en el cuerpo, clarividencia en la mente y calorcito en el orgullo, comiéndose a los rojiblancos y enarbolando un honor hacia el escudo que quizá les faltó el miércoles.

El primer gol llegó en el minuto 21 con la jugada soñada: clase magistral de Pedri, cesión del esférico a Gavi ya dentro del área y asistencia del canterano a Dembélé. Pocos goles ha celebrado el francés con tanta rabia, cuestionado hasta la saciedad normalmente y aún más tras sus errores mundialísticos.

La celebración del goleador. Fuente: Getty Images

Según avanzaba la primera mitad el dominio culé se fue desvaneciendo, pero el ángel Ter Stegen bajó del cielo en el 42, al filo del descanso, realizando una parada espectacular a mano cambiada para frustrar las ambiciones de un balazo de Griezzmann y mantener la ventaja en el marcador. El descanso le vino de perlas a los de Xavi, que veían al Atleti imponer cada vez más su ley y amenazar en repetidas ocasiones con un empate antes de marcharse al vestuario.

La exasperación de los aficionados blaugranas fue en aumento durante la segunda mitad, cuando vieron cómo se repetía el guion de toda la temporada: un buen comienzo de partido, adelantándose en los primeros minutos y jugando tras la ventaja a mantenerse y especular temerariamente con los tres puntos. Xavi sacó a Gavi, MVP del partido, del terreno de juego, y los pesimistas auguraron el mismo final de tantas otras veces.

Dos de las murallas blaugranas. Fuente: Getty Images

Los minutos siguieron avanzando sin movimientos en el marcador, y sin saberse muy bien si se debía más al mérito del Barça o al demérito del Atleti, que tampoco merecía empatar. La diferencia la marcó la línea trasera de los blaugranas, con un Christensen espectacular dando cátedra en la sombra y un Araujo que sacó un balón imposible de la línea de gol en el descuento. Y la nota poco ejemplar -o cómica, según se mire- la pusieron Savic y Ferran, enzarzados en el 91 en una disputa digna de lucha libre que acabó con ambos expulsados del terreno de juego. Quedaría en anécdota si un Barça, ya de por sí falto de gol, no tuviese que afrontar los siguientes partidos sin Ferran ni Lewandowski.

El enganchón entre Ferran y Savic, la imagen del partido. Fuente: Getty Images

Poca brillantez y efectividad en el juego, pero el Barça se marcha de la trampa del Metropolitano líder en solitario, a tres puntos del Real Madrid, y con la mejor de las noticias de cara a las siguientes jornadas: sus monstruos defensivos están de vuelta. A partir de ahora, tanto Xavi como los aficionados culés podrán dormir más tranquilos.