Ter Stegen mostró su enfado en los micrófonos de Esport 3 cuando tras el empate en San Mamés se le planteó la falta de ambición como causante del resultado insuficiente de su equipo. “Si algo no se le puede cuestionar a este vestuario es la ambición. Hoy no pudo ser, pero lo intentamos hasta el final”, sentenció el alemán. De forma prácticamente simultánea, Xavi exponía en sala de prensa su sensación de decepción y que había faltado garra. Matizó el técnico, que no habló de falta de ambición, pero sí de fe a la hora de ir a buscar el resultado deseado y obligado para seguir vivos en la pelea por el título de Liga. Si no faltó ambición, al menos lo pareció.

El Barça no pasó del empate a cero en San Mamés. 24 horas después del tropiezo del Madrid en Mestalla y a sabiendas también de la derrota del Girona en Son Moix, los azulgranas saltaban al césped de la Catedral con opciones de ponerse a 6 puntos del líder y aupar hasta la segunda plaza de la clasificación de LaLiga. No ocurrió ninguna de las dos cosas. A pesar de arrancar bien, los de Xavi se fueron deshinchando con el paso de los minutos ante un Athletic que prácticamente no generó peligro, pero tampoco dejó que se lo generaran.

El Barcelona únicamente tiró a puerta dos veces a puerta y la ocasión en la que el balón se quedó más cerca de entrar en la portería de Unai Simón fue en un disparo de Joao Cancelo cerca de la línea del centro del campo. No hubo continuidad en el juego ni claridad a la hora de atacar. Si se puede rescatar algo de un partido muy descafeinado fue la buena actuación defensiva del equipo. Pero, en el día que te jugabas tu última bala para competir esta Liga, ni siquiera hubo aquella ocasión que lamentar. Por no haber, no hubo ni un último centro a la desesperada. El equipo terminó el partido en campo propio, tratando de salir con el balón desde atrás, sin ser capaz de someter al Athletic. De nuevo, Lamine Yamal fue el único que dio la sensación de que algo podía cambiar, de que el Barça lograría dar el golpe en San Mamés.

No hay que ignorar, pero, la desgracia que está marcando la temporada. Las lesiones de Frenkie De Jong y Pedri en el primer tiempo ya denotaban que nada bueno podía pasar. El equipo pierde a dos de sus pilares a poco más de una semana de la vuelta de octavos de Champions ante el Nápoles. El neerlandés se torció el tobillo y en el caso del canario, apunta a una nueva recaída muscular. Tampoco pudo faltar la polémica arbitral. Hernández Hernández no quiso contemplar un más que posible penalti de Berenguer sobre Yamal; tampoco desde el VAR le llamaron para señalar nada. Un combo de situaciones contrarias que se hace insoportable para un equipo que sigue sin encontrar el camino hacia la regularidad triunfal y a estas alturas, parece difícil que lo consiga.