Tras la debacle de Lisboa, el barcelonismo pensó que el club había tocado fondo y que no podría haber nada peor, hasta que llegó el burofax de su capitán, Leo Messi. Muchos dudaban del estado psicológico del argentino y de su compromiso con el club de su vida. La afición pidió que diese una explicación, ya que no fue capaz de hablar después del partido frente al Bayern. Todos olvidaron que a Messi donde le gusta hablar es en el campo y así lo está demostrando.
Con la llegada de Koeman, se especuló que la relación entre el argentino y el holandés no sería buena por diversos motivos como la marcha de Suárez y Vidal, el fin de los privilegios, el nuevo sistema y la toma de mandato del entrenador. ¿Habladurías?
Koeman ha llegado pisando fuerte, imponiendo sus ideas, su sistema de juego, ha recuperado a jugadores que parecían acabados y ha impuesto el planteamiento físico como aspecto indispensable para el juego. Messi quería un proyecto ganador, pero eso no implica que sea un proyecto de nombres, sino de volver a la senda que llevó al Barcelona a la gloria: sacrificio, unión y, sobre todo, trabajo en equipo.
En este nuevo Barça, Leo no cuenta con su amigo del alma, Luis Suárez, pero sigue teniendo en la izquierda a su aliado “El Correcaminos”, Jordi Alba, que se ha recuperado físicamente y en lo que va de temporada, está mostrando de nuevo su mejor versión. Messi ni siquiera tiene que levantar la cabeza, sabe de memoria dónde lo puede y debe encontrar.
No obstante, Leo ha encontrado dos nuevos aliados que están respondiendo más que bien en este inicio de temporada: Ansu Fati y Philippe Countinho. Los tres forman el nuevo tridente en el sistema de la era Koeman. El joven español, a sus diecisiete años, está aportando velocidad, profundidad y, sobre todo, gol. En la temporada anterior, Messi lo bautizó delante de todo el Camp Nou y pidió que se le fuera tratando con calma por su corta edad. El problema es que Ansu Fati no sabe lo que es la lentitud y ha tirado la puerta abajo demostrando ser el aliado perfecto en ataque para el argentino.
Son muchos los que ya están tratando de compararlos y crear campañas para poner a Ansu Fati por encima de Leo. No deja de ser más que una utopía porque el argentino es historia y leyenda del Barça. Probablemente, Ansu Fati, dentro de unos años, también lo sea, pero Leo Messi solo se puede superar él mismo.
En esa ya conocida posición de falso nueve que le ha encomendado Koeman, el argentino se encuentra muy cómodo tanto para participar en la creación del juego como para llegar por donde quiere y cuando quiere a la portería. Su movilidad genera espacios en la defensa rival. Sabe que, justo detrás de él, está Coutinho que ha vuelto de Alemania demostrando que quiere triunfar en el Barça. En la media punta, el brasileño ha encontrado libertad para repartir el juego, buscar los pases en profundidad hacia las bandas e incluso animarse a encontrar el gol. Ambos han mostrado gran sintonía juntos.
Leo Messi sigue siendo el capitán y el líder de este equipo. Se ha dado cuenta de que no es suficiente que el equipo esté bien si él no está a la altura. Por ello, está trabajando físicamente más que en años anteriores para acompañar en la presión y el esfuerzo en conjunto del equipo. Leo quería un proyecto ganador y Koeman se lo está dando.
El argentino está viendo cómo se difumina la “Messidependencia” por el buen trabajo del resto de compañeros. En las temporadas anteriores, el equipo acompañaba a Messi, mientras que, ahora, el capitán es la guinda del pastel de un equipo bien trabajado. La ambición forma parte del ADN de Messi y este equipo, junto al mejor jugador de la historia, quiere dar un golpe sobre la mesa, recuperar las sensaciones y volver a ganar títulos. En esta línea, que tiemblen porque queda Messi para rato.