Suele decirse que cuando algo es evidente no necesita explicación y para cualquiera resultaría claro el dominio del Barcelona Femeni en este inicio de temporada. Las de Lluis Cortés no conocen la derrota, ni siquiera han concedido ni un solo punto a sus rivales.
Cada semana, nos dan una nueva lección de fútbol, compromiso y actitud de equipo, sin embargo parece que para muchos eso no es del todo cierto, ni del todo justo. A priori, suena extraño y en cierto modo atrevido; un equipo en el que todo funciona, que sale a ganar hasta un amistoso, que compite por todos y cada uno de los títulos… y que parece que no se merece lo que consigue.
Pero comencemos por el principio. Con la llegada de Lluis Cortés, el Barça experimentó un gran cambio. Una plantilla claramente competitiva en la que jugadoras clave como Alexia comenzaron a tener el reconocimiento que se merecían -al menos por parte del club, otros siguen sin verlo-. El conjunto azulgrana consiguió impregnarse de ese ADN culé, a lo que hay que añadir por supuesto la entrada de figuras clave a nivel internacional como Martens, Hansen o la vuelta de Jenni.
Sumado a esta plantilla de ensueño, entra en juego su actitud. El trabajo en equipo, la ambición y el inconformismo por bandera, la lucha partido a partido y el buen entendimiento sobre el campo. Si juntas todo eso, te sale lo que vemos cada semana. Un equipo que podemos decir, roza la perfección más absoluta.
No importa la competición, los días de descanso, el once inicial ni las condiciones en las que tengan que jugar. El resultado siempre se decanta a su favor porque no permiten que suceda otra cosa. Y es aquí donde entran en juego las dudas e incluso las críticas, en mi opinión, infundadas e injustificadas.
En Liga, con tres partidos menos que el resto, llevan un pleno de victorias y 48 goles a favor. Estos números, estratosféricos, son el reflejo de lo que cada fin de semana vemos en el campo. No son victorias ajustadas ni por suerte y ese parece ser el problema.
Para muchos, el Barcelona ha hecho de la Primera Iberdrola una Liga monótona, aburrida, sin interés alguno e incluso injusta. Todavía se recuerdan aquellas críticas al equipo por esa final contra la Real Sociedad en la que marcaron diez goles… la culpa era del Barcelona por ser tan superior.
Los más escépticos apuntan a que el Barça le resta emoción a la Liga, haciendo que resulten inútil -en su opinión- enfrentarse a este equipo. También son muchos los que aseguran que necesitaría de dos o tres equipos fuertes que le hicieran frente para «poder hacer algo en Europa«. Me parece que no vieron la pasada semifinal de Champions.
Definitivamente, se está planteando mal el problema, y consecuentemente, se plantea mal la solución; la culpa no puede ser, nunca, del equipo que hace bien las cosas. Del equipo que ha invertido y confiado en el fútbol femenino. Del equipo que busca ser mejor y aprender de sus errores. De un equipo que se compromete desde que el árbitro pita el inicio del encuentro y que lucha por ganarlo todo cada temporada.
No podríamos pretender, si nos gusta este deporte, que sea el Barça el que ceda. El que decida rebajar su nivel, limitarse a ganar por la mínima o jugar sin ganas. Eso sería contraproducente sobre todo para el rival, pero también para el nivel de nuestra Liga. La cuestión está en equiparse al Barcelona y para ello, hay que invertir, dinero y tiempo en el fútbol femenino.
Cada vez hay más equipos que se añaden a la lista de los mejores de Europa, especialmente tras la apuesta de la FAWSL por este deporte, ejemplo que tenemos muy cerca y a la vez parece muy lejano para una Liga que todavía no es capaz de emitir ni la mitad de los partidos de cada jornada y de garantizarle unas condiciones mínimas a todos los clubs de Primera División, pero igual que ocurre con el Barcelona, es ahí donde hay que poner el ojo y con quien hay que compararse para aprender e imitar aquello que funciona.
Conseguir que la Primera Iberdrola sea una Liga más ajustada supone que sea más competitiva si lo haces aumentando el nivel del resto de equipos, pero nunca haciendo débil al más fuerte.
Ojalá esta sea una temporada grande para las azulgranas -todo apunta a que sí- y sirva como ejemplo de que las cosas bien hechas tienen resultado, pero sobre todo, demuestren que ese es el camino a seguir y el espejo donde mirarse.