Cuando parecía que Ronald Koeman había dado con la tecla y con el esquema idóneo, el Barcelona vuelve a la senda de la montaña rusa. Los partidos grandes se le escapan de las manos a Koeman, pero también a los jugadores que parecen no ser los mismos en las citas importantes. Ante los últimos acontecimientos, vuelven las dudas del esquema, el cuestionamiento de algunos jugadores y la falta de autocrítica del entrenador. La solución no puede ser pensar que solo recuperando el 4-3-3 el equipo mejorará porque el fútbol va más allá de los esquemas. La táctica es la base más importante, pero se queda en nada si no hay actitud, ni intensidad, ni competitividad, ni lectura de juego.

Koeman animando a Messi tras El Clásico. Fuente: Getty Images

¿Se puede cambiar de esquema, de idea y de estilo de la noche a la mañana? Este equipo, a día de hoy, pende de un hilo y puede acabar triunfando con los dos títulos o cerrar en blanco la temporada. El Madrid demostró en El Clásico cuál es el talón de Aquiles de este equipo: los errores individuales y la falta de ideas ante bloques bajos. Lo primero se puede mejorar aumentando la concentración y buscando la finalización de jugadas, algo tan sencillo que el Barça no es capaz de recuperar de sus mejores años. Lo segundo es responsabilidad del entrenador y de su cuerpo técnico: si los partidos que más le han costado a tu equipo son aquellos en los que el rival se ha encerrado en un bloque bajo y ha salido a la contra aprovechando tus errores defensivos y tus imprecisiones en el centro del campo, es obvio que hay que trabajar la concentración, pero, sobre todo, las ideas de ataque ante defensas cerradas. Piezas para hacerlo hay, calidad también, pero la actitud de los jugadores y la lectura de juego del entrenador están en duda.

Williams marcando el tanto de la Supercopa. Fuente: Getty Images

La primera final es ante el Athletic Club que ya le ha ganado esta temporada una final al Barça precisamente atacando su talón de Aquiles. Marcelino es uno de los mejores entrenadores de La Liga y los leones, después de haber perdido la final de la Copa ante la Real Sociedad, saldrán a morder para llevarse esta Copa. Si el Barça no sale igualando en intensidad a su rival, empezará el partido perdiendo y si Koeman no hace un buen planteamiento en el que potencie las virtudes de su equipo y proteja sus debilidades, la final se le pondrá cuesta arriba y la solución no podrá ser dar entrada a delanteros en el minuto ochenta sin idea alguna de juego. Entonces, ¿qué debe hacer Koeman? ¿Debe seguir confiando en el 3-5-2 o volver al 4-3-3? Este debate es una de las peores noticias de la temporada: el Barça no está teniendo una identidad de juego como en antaño. El 3-5-2 llegó para ser un parche porque no había forma de que la defensa no hiciera aguas con el 4-3-3.

Messi atacando entre líneas al Athletic. Fuente: Getty Images

El Athletic Club ha demostrado con Marcelino sus dos virtudes: la defensa en bloque con las líneas muy juntas y la asfixiante presión en la salida del rival. Obviamente, luego hay matices a destacar como la función del segundo punta en los centros laterales, que ataca por sorpresa al espacio, el balón aéreo, donde tienen más peligro los leones, y las carreras de Williams a la espalda de la defensa blaugrana que pueden ser clave en el partido. Curiosamente, son claves tremendamente parecidas a las que había sobre la mesa para El Clásico. Koeman ahora debe decidir, al igual que antes del clásico, si salir a hacer su fútbol desde la posición de Ter Stegen, con el control del balón desde la salida de atrás con De Jong como líbero, la superioridad en el centro del campo y a intentar dominar el partido desde su estilo para hacer daño al Athletic en sus puntos débiles buscando los espacios entre líneas, el timing de los laterales y la profundidad de Dembélé o si, como contra el Madrid, decide cambiar lo que le había funcionado por intentar frenar al rival: el resultado no fue precisamente positivo. ¿Habría que confiar en que la solución sea experimentar con el 4-3-3 en la final?

Griezmann en el clásico. Fuente: Getty Images

Un matiz que puede ser crucial es el factor sorpresa. Normalmente, los equipos esta temporada saben que el Barça va a salir con un 3-5-2. Pero, curiosamente, el once es el mismo que saldría con un 4-3-3 si contamos con la titularidad de Griezmann, quien demostró ante el Madrid que debe jugar los partidos grandes. ¿Por qué no usa Koeman el factor sorpresa? Tiene la opción de usar dos variantes de esquema en un mismo partido: si el Athletic presiona arriba, usar un 3-5-2 para ganar la salida de balón con De Jong como líbero, superioridad en el centro con Messi bien colocado para atacar entre líneas y Dembélé esperando para lanzarse al espacio.

Messi y Dembélé celebrando un gol. Fuente: Getty Images

Si los de Marcelino deciden no presionar y esperan en bloque bajo, ya tiene al equipo preparado para poder atacar con 4-3-3: Messi de falso 9 partiendo de la zona de centrales hacia la mediapunta para arrastrar marcas; Dembélé a la banda derecha generando amplitud y uno contra uno con Dest doblándole por fuera o sorprendiendo por dentro porque, a diferencia de Jordi Alba, tiene el regate y la calidad para hacerlo; Griezmann como falso extremo izquierdo partiendo de extremo hacia dentro con dos funciones claras, o bien atacar el espacio entre lateral y central o bien servir de anzuelo para atraer la marca del lateral y que Jordi pueda desdoblar con más hueco; Busquets haría de pivote fijo para mover el juego; Pedri por dentro para conectar con Leo y filtrar pases entre líneas, y De Jong, que podría haber ayudado en la salida de balón ante la presión, puede sorprender como interior con sus desmarques de veinte metros, sus llegadas en segunda línea y sus rupturas entre líneas, pero atacando el espacio, no ocupándolo como pasó en El Clásico, y para que esto ocurra el holandés necesita estar sin marca, jugar libre porque es una pieza fundamental.

Busquets dando indicaciones. Fuente: Getty Images

Ronald Koeman debe decidir entre confiar en la idea de juego que le ha dado esperanzas y le ha reenganchado a la lucha por La Liga o cambiar su propuesta para protegerse del rival. El Barça debe recuperar su mejor arma: la presión postpérdida. Esto va más allá de un esquema. Con el balón en los pies tienen calidad de sobra para ganar los partidos, pero es un error pensar que solo con eso vas a ganar siempre porque hay partidos, especialmente las grandes citas, que se ganan sin balón: con el toca y te vas, pero, sobre todo, con la presión en campo rival, con la intensidad sin balón, porque recuperas en campo rival, porque no dejas jugar al contrario, porque proyectas el juego constantemente en el campo del otro y porque cuanto más lejos se juegue de tu área menos peligro correrás.

Mingueza dando un ejemplo de orgullo en el clásico. Fuente: Getty Images

Si el Barcelona quiere tener opciones reales de llevarse el doblete, debe dejar a un lado el debate de blanco o negro respecto a los esquemas porque, como he mostrado, ambos se pueden combinar. Esa sería la mejor solución porque también genera sorpresa al rival que deberá buscar variantes para contrarrestar las tuyas: esto es algo que nos ha enseñado Pep Guardiola en el transcurso de sus partidos a los frikis de la táctica. Koeman y el Barça deben alejarse de las polémicas y acercarse a la autocrítica, obviamente sin caer en la trampa del pasotismo, pero su historia la ha marcado el buen fútbol no la polémica arbitral: perder la identidad de juego y la forma de ganar no es el camino. La mentalidad y la confianza de los jugadores también está ahora mismo a prueba, ya no vienen tan enchufados como antes del parón, sino que las sensaciones son bastante malas y la confianza de los jugadores ya no parece la misma. Es el momento perfecto para demostrar que mentalmente están al máximo. Esta no es una final más, es la primera opción real de título y la primera de las nueve finales restantes.