Tras el pinchazo contra el Cádiz, al Barça le tocaba recuperar el partido retrasado contra el Elche en casa y las sensaciones no eran precisamente buenas. Este partido era muy importante para que los de Koeman recuperasen puntos en la lucha por La Liga teniendo en cuenta que el sábado tienen un choque crucial contra el Sevilla. Hubiera sido lógico apostar por rotaciones, pero Koeman volvió a sorprender.

Jugando en casa ya es normal que el Barça sea el dueño y amo del partido en cuanto a la posesión. Ahora bien, si la posesión no se utiliza para atacar o defender el partido se vuelve un castigo para el espectador. Así ha sido durante toda la primera parte. El Elche, con un bloque de dos líneas muy juntas con cinco defensas y dos puntas, casi no dejó espacios entre líneas. Pero, el Barça tampoco puso de su parte para encontrarlos. El ritmo de balón era muy lento, la pasividad de algunos jugadores culés casi resultaban un insulto y solo Trincao, con ayuda de los pases de Messi, intentó algo diferente y tiró del carro. Las mejores ocasiones de la primera parte, y se podría decir que las únicas, las tuvo el portugués en sus botas, aunque no consiguió transformarlas en gol.

Trincao a punto de marcar. Fuente: Getty Images

El Elche también ha tenido sus ocasiones, sobre todo, en la primera parte donde ha encontrado espacios a la contra para hacerle daño a un Barça que, a ratos, daba la sensación de estar totalmente partido en los repliegues porque el físico de Pjanic dejaba mucho que desear y el bosnio llegaba al trote a las contras del Elche. Los de Koeman han tenido mucho balón, pero con ritmo muy lento, poca llegada, nula profundidad y escasa presencia en ataque. El nombre propio que podía cambiar eso estaba en el banquillo. Ante planteamientos rivales con bloques de líneas tan juntos siempre es necesaria la presencia de un filtrador: Riqui Puig.

Pjanic firmó un mal partido. Fuente: Getty Images

Al descanso, Koeman dio entrada a Dembélé por Pjanic tras una pésima primera parte del bosnio y volvió a cambiar el esquema a un 4-2-3-1. Con mayor libertad para Messi en la media punta, Pedri y De Jong a los mandos del centro del campo y Dembélé dando amplitud al campo, el Barça encontró más espacios por dentro. Koeman decidió recolocar a Braithwaite de nueve y fue una buena decisión porque este hizo de pivote fijando a los centrales y sirviendo paredes tanto a Messi como a Trincao. Así, en una jugada individual del capitán argentino que logró conectar una pared con el danés que, de tacón, devolvió una magnífica asistencia para el diez, el Barça conseguía ponerse por delante en el marcador. Una vez más, Leo apareció para romper el hielo y dar un atisbo de esperanza al partido.

Con la lata abierta, Messi se soltó en ataque y empezó a agitar la varita. Sin embargo, no fue capaz de encontrar la puerta hasta que Pedri, con una enorme recuperación tras saque de banda, conectó con De Jong que detectó zona de ruptura entre líneas y dibujó el camino hacia la portería con potencia y una conducción de altísima calidad que resultó en asistencia para que Leo resolviera con la sutileza que solo el mejor del mundo sabe dar al balón. Desde entonces, el Barça se animó en ataque, adelantó la línea defensiva para dominar el partido por el marcador a favor y alejar el balón lo máximo posible de su área para que el Elche no tuviera opciones. La famosa conexión Messi-Alba sufrió un cambio de roles: Leo conectó con Braithwaite picando el balón en profundidad para el danés que, de cabeza, asistió para que Jordi Alba de tijera rematara el partido con el tercer gol.