No se puede defender peor. Este sería el resumen más simple para explicar el porqué el Barça se ha quedado virtualmente sin Liga a mediados de febrero. El equipo de Xavi volvió a tropezar en Montjuïc, esta vez ante el Granada, en lo que pareció la repetición de la misma pesadilla que le lleva acompañando toda la temporada. Ni el regreso de Ter Stegen, ni un Lamine Yamal desatado, pudieron evitar otro tropiezo.

En el once inicial, Xavi Hernández no cambió de esquema respecto a la última jornada, sí que variaron algunos nombres: Ter Stegen en la portería; Kounde, Iñigo Martínez, Pau Cubarsí y Cancelo en la defensa; Christensen, Frenkie De Jong, Pedri, Gündogan en el centro del campo; Lewandowski y Lamine Yamal como únicos atacantes.

Fue un inicio de partido frío, en la línea de una noche de invierno en Montjuïc. Pocas ocasiones en los primeros compases y circulación de balón lenta. Con el paso de los minutos, el Barça impregnó algo más de verticalidad al juego, aunque el Granada defendía sin sufrir en exceso. De las botas de Joao Cancelo surgió la primera gran ocasión, que los locales no perdonaron. El portugués dribló a su par en el área para, con un toque sutil al segundo palo, asistir a Lamine Yamal. La joya adolescente solo tuvo que empujarla para marcar el primer gol del encuentro.

A pesar de la ventaja en el marcador, el equipo de Xavi no encontró la continuidad en el juego óptima. Lewandowski la tuvo para el segundo al filo del descanso, pero lo que llegó fue el empate de los visitantes. Robert vio como Maouassa sacaba el balón bajo palos cuando medio estadio ya cantaba gol. Del 2-0 al 1-1. Otra acción defensiva anticompetitiva en la que quedó muy señalado Christensen y el Granada consiguió empatar a través de Ricard Sánchez.

Tras el entretiempo, el Barça salió decidido a volver a adelantarse, pero, una vez más, la fragilidad defensiva le volvió a condenar. El segundo del Granada encendió las alarmas del Lluís Companys, que expresó su frustración a través de pitos. Pero, lo peor no es caer, es parecer que te levantas y tropezar dos veces con la misma piedra. De poco sirvió el gol de Lewandowski instantes después del 1-2; del 2-2 se pasó al 2-3 en cuestión de tres minutos. Un guion de partido surrealista que hizo recordar al de la derrota ante el Villarreal.

El orgullo de Lamine Yamal no bastó para evitar el desastre. Golazo del joven, con un trallazo desde fuera del área, que solo sirvió para rescatar un punto. No hubo épica, solo la estampa de un equipo que deambula por el campo sin dar la sensación de poder levantarse. Habría que tirar muy atrás para ver a un Barça defender peor, y no va solo de individualidades, claro está. La desconexión en el trabajo sin balón es coral, presión incluida. Xavi es responsable como entrenador, pero cuesta entender que jugadores que la temporada pasada cumplían en ciertas facetas muy simples del juego, involucionen de manera exponencial.