El partido comenzó con un homenaje a Ansu Fati en las camisetas de los jugadores: “Tu equipo, tu fuerza”. Pero ni su equipo estuvo en el campo, ni demostró tener fuerza para llevar la camiseta blaugrana.

Ambos conjuntos empezaron con respeto mutuo. El Barcelona dominaba el balón, pero creaba poco peligro salvo algunas jugadas aisladas. Los culés en ningún momento fueron a presionar al Atlético de Madrid, esperaron replegados intentando juntar las líneas para no sufrir por dentro. Esto provocó que Joao Félix no se sintiera cómodo. Pero el Atlético buscó soluciones como equipo: Carrasco por el flanco izquierdo y Llorente por el derecho se encargaron de darle profundidad al equipo y crearon vértigo en la defensa culé, que sigue siendo de cristal.

Los de Koeman renunciaron al juego interior ante el muro plantado por el Atlético y es que, si tus propios jugadores se dedican a andar por la zona central del campo, el sistema rocoso que plantea siempre el Cholo se vuelve aún más infranqueable. Hoy, una vez más, hay que destacar el nombre de Leo Messi, pero no para bien: el argentino ha estado apático y fuera del partido mentalmente en todo momento. Pedri prácticamente no pudo aparecer: recibía de espaldas e intentaba buscar a Jordi Alba por la banda, pero, hasta su salida del campo, no encontró la forma de recibir la pelota ni de combinar por dentro. Griezmann directamente no participó, una vez más. El Barça, sin juego interior, ha dependido de sus bandas en las que solo tenía un extremo puro y donde debía tener su gran as para ganar.

Dembélé siendo el más activo del Barça. Fuente: Getty Images

El único jugador blaugrana que ha demostrado creer en el partido y ha ofrecido algo decente ha sido Ousmane Dembélé. El francés ha sido el que menos mal lo ha hecho de los de Koeman: encarando constantemente, solidario en defensa, buscando con quién combinar, provocando faltas y abriendo espacios en ataque. El problema es que un solo jugador no puede hacer las funciones de todos sus compañeros. Cuando el francés encontraba espacios para atacar en profundidad, se encontraba solo porque los demás iban a un ritmo mucho más lento de juego.

El doble pivote, con la ausencia de Busquets, no ha tenido ritmo en todo el partido. Koke y Saúl les han ganado el terreno en todo momento. La batuta del juego la llevaban los centrales que intentaba conectar directamente con Messi recurriendo en numerosas ocasiones a los laterales. Un caos táctico. Ese centro del campo en el que antaño tres futbolistas movían el balón con sentido de juego, hoy ha sido un cementerio futbolístico.

Aún quedaba lo peor. Segundos antes de acabar la primera parte de la pesadilla, un mal control de Piqué fue aprovechado por el Atlético de Madrid que mandó a Carrasco a demostrar sus habilidades: Ter Stegen fuera de zona salió a la desesperada, pero Carrasco con un túnel se abrió el camino al gol y puso por delante al Atlético en el marcador merecidamente.

Caño de Carrasco a Ter Stegen previo al gol. Fuente: Getty Images

Tras el descanso, solo un equipo demostró querer ganar el partido. Los del Cholo salieron con las instrucciones claras de aguantar el balón, cerrar aún más los espacios y hacer daño a la contra. Koke dio una lección de fútbol en el centro del campo: se multiplicó para ayudar, todas las salidas pasaban por él y desplegó a sus compañeros en ataque. El Barça volvió peor aún, aunque fuera difícil.

Koeman miró al banquillo en busca de soluciones y dio entrada a Coutinho, que volvía de lesión. El primer sacrificado fue Pedri, pero el conjunto catalán siguió siendo un desastre táctico cuyas posibilidades en el partido solo pasaban por los chispazos de Dembélé por banda. El francés se disfrazó de Messi y se echó el equipo a la espalda. Pero las cosas aún podían ir peor para el Barça: a la hora de partido, tras un choque fortuito con Correa, Piqué sufrió un fortísimo golpe en la rodilla que le obligó a abandonar el campo.

La jugada de la lesión de Piqué. Fuente: Getty Images

El Barcelona a la desesperada, con más delanteros que centrocampistas inexplicablemente, buscó a la desesperada el tanto del empate. Pero solo consiguió una nueva baja: Sergi Roberto tuvo que abandonar el campo ante la falta de cambios por una lesión muscular en la pierna derecha.

Por desgracia, en el Barça está siendo habitual la frase, pero: la actitud no es negociable. Los blaugranas hoy fueron una ruina futbolística: sin recursos tácticos por parte de Koeman, sin ambición, sin orgullo propio, sin juego de equipo, sin corazón e, incluso, sin suerte. Hoy, el Atlético de Madrid se ha llevado el partido por méritos propios ante un Barça desolador y pone terreno de por medio en la lucha por el título de liga.

A Koeman le queda un puzzle complejo como equipo en el que faltan demasiadas piezas. Mucho debe cambiar este Barcelona, tanto en el aspecto táctico como en el mental, desde el entrenador hasta el capitán, si quiere aspirar a algo esta temporada y, en ese algo, está incluido el quedar entre los cuatro primeros de La Liga.