Tras el encuentro europeo en Turín, parecía que el Barça, a diferencia de años anteriores, empezaba a dar su mejor versión en Champions en lugar de en La Liga. Las buenas sensaciones europeas han durado hasta la noche de hoy en la que el regreso a lo grande de Ter Stegen ha maquillado la pésima actuación de su equipo.

Tres puntos que valen oro y colocan al Barça líder en la clasificación de su grupo con pleno de puntos, pero un encuentro que deja más problemas que alegrías. Los de Koeman empezaron muy bien el partido presionando arriba y dominando el juego desde un centro del campo muy dinámico distribuyendo al primer toque. La presencia de De Jong en la zaga defensiva lo colocaba casi de líbero en la construcción del juego culé. Messi, Pedri y Ansu intercambiaban sus posiciones encontrándose entre líneas y generando un peligro continuo en la frontal del área. En esta dinámica, llegó el penalti cometido sobre Messi y que el propio argentino transformó. A los pocos minutos, Griezmann falló a puerta vacía el segundo gol.

Messi celebrando su gol de penalti. Fuente: Getty Images

Este ritmo alto de juego al Barcelona le duró un cuarto de hora. El equipo, tras el gol, se dio por satisfecho y bajó el nivel de exigencia. Koeman en el banquillo se desesperaba ante la lentitud con la que sus jugadores movían el balón. Nadie se ofrecía ni se movía entre líneas. El equipo culé dejó de crear peligro en cuanto bajó el punto de agresividad. Esa ambición que tuvo en Turín ni siquiera ha sido imaginable en la noche de hoy. Algunos destellos individuales de Messi y Ansu Fati creaban peligro en la defensa ucraniana.

Koeman decidió, una vez más, apostar por Busquets en el medio y el español volvió a demostrar que no está para ser titular: partió el centro del campo en defensa y no generó nada en ataque. Pjanic empezó bien, pero se fue difuminando con el partido: impreciso en algunos pases y algo desconectado mentalmente. El bosnio estuvo desacertado en la distribución del juego, arriesgó balones innecesarios y dio pases en largo en los momentos que tocaba reconstruir jugada desde atrás.

Al final del primer tiempo, el Barcelona apretó un poco el acelerador ante el corto marcador con el que se iban al descanso. No eran más que unos cuantos chispazos con intención, pero sin ganas. Los ucranianos, por su parte, hicieron daño a la contra y tuvieron opciones para anotar.

En la segunda parte, Koeman no dudó en mover el banquillo. El Barcelona no tenía profundidad en la banda derecha: Dest mucho más sujeto que en la primera y Pedri tirando hacia dentro porque en el flanco derecho no juega cómodo. En el centro, el eje del campo estaba oxidado y en la banda izquierda Ansu intentaba crear genialidades con mucha fe y poca eficacia. El conjunto culé jugaba en campo contrario, pero el Dinamo de Kiev, aun con bajas, sabía cómo hacer daño y no dudó en seguir buscando la espalda de los centrales con pases profundos hacia sus delanteros más la llegada de los extremos. El resultado era ajustado hasta que Piqué, gracias a un centro de Ansu Fati, puso de cabeza el segundo en el marcador.

Piqué celebrando su primer gol de la temporada. Fuente: Getty Images

En un partido sin ritmo, con juego simplón y lento por parte del Barça, Koeman apostó por Sergi Roberto en el doble pivote, Dembélé y Trincao en las bandas, la recolocación de De Jong en el centro y la entrada de Aleñá en la mediapunta para intentar cambiar el encuentro. Sorprende que ni en partidos así Riqui Puig y Braithwaite tengan minutos. La última media hora del partido con los cambios de piezas, el Barça siguió dejando una sensación pobre de juego. El Dinamo siguió haciendo su partido hasta que en una ocasión, tras un paradón de Ter Stegen, el capitán, Tsygankov, anotó el merecido tanto de los ucranianos. Desde ese momento, el Barcelona optó por cuidar el balón con miedo a un posible empate del rival.

El gol del Dinamo de Kiev. Fuente: Getty Images

A pesar del gran nivel que algunos jugadores culés como Pedri y Pjanic venían demostrando, la de hoy ha sido la noche de los porteros. El guardameta jovencísimo, con 18 años, Neshcheret, ha dejado su carta de presentación en el Camp Nou con sobresaliente alto. Desquició a los culés negando todos sus intentos, sobre todo a Messi. Sus dos acciones más destacadas fueron volando para evitar un gol de falta de Messi y un tanto estratosférico de Dembélé.

La única buena noticia del Barça esta noche ha sido la vuelta de Marc André Ter-Stegen. El alemán evitó la hecatombe culé con un gran número de paradas y manos a manos ganados. Aunque Neto ha cumplido bastante bien en los partidos anteriores, la presencia de Ter Stegen en el campo ya vuelve a dar puntos al Barça ejerciendo de líder y héroe. El capitán sin brazalete ha vuelto por la puerta grande.

Ter Stegen salvando un gol del Dinamo de Kiev. Fuente: Getty Images

Un partido que el Barcelona debía haber utilizado para dar una muestra de autoridad en cuanto a sensaciones, se ha convertido en todo lo contrario: un golpe de realidad para los de Koeman. Lo bueno es que hay tiempo por delante y saben cuál es el camino a seguir: tienen que trabajar más para recuperar y, sobre todo, mantener la ambición en todos los partidos de la temporada.