Tras la buena actuación ante el Granada, el Barça tenía que afrontar el duelo ante el Betis como una final porque cualquier pinchazo le va a dejar fuera por completo de La Liga. Koeman apostó por las rotaciones ante el desgaste físico que viene sufriendo el equipo y los importantes duelos que tiene por delante.
El Betis también salió con rotaciones, pero no se le ha notado: dos líneas de cuatro muy juntas, cerrando espacios por dentro, con muchas ayudas en cada duelo individual y solidarios para cubrir las bandas. Como consecuencia, el Barça ha tenido más problemas de lo normal para hacer fluido su juego. El inicio de partido no pudo ser peor para el Barça con la lesión de Araujo a los diez minutos de partido. Pero, los de Koeman tampoco han puesto mucho de su parte para hacerlo más favorable.
Pjanic ha demostrado en la primera parte que no está al nivel para jugar a día de hoy en el Barça: físicamente muy mal, perdido posicionalmente, ocupando los espacios, molestando a Busquets, ralentizando el juego y dando más toques de lo normal sin proyecta las jugadas adecuadamente. En el centro del campo culé, si falla uno, chirría el juego y con Pjanic actuando así, no hay juego interior y, por ende, no se crean jugadas de peligro. Como consecuencia, Dembélé tenía que hacer la guerra por su cuenta. Fue el que más lo intentó en la primera parte sin éxito. Griezmann tampoco pudo entrar en juego porque si bajaba mucho a recibir a la creación de juego, no tenía con quien proyectar el juego en ataque porque Braithwaite ha vuelto a demostrar lo irrelevante que puede ser en la banda izquierda, él es nueve puro y si no es para jugar ahí, no tiene sentido que juegue. A pesar del mal juego del Barça, Lenglet tuvo la clara ocasión de gol de la primera parte, pero la falló y, cuando perdonas, te sale caro. Así fue y a falta de cinco minutos para el descanso, el Betis se puso por delante con un contraataque de libro bien rematado por Borja Iglesias a pase de Emerson.
Tras el descanso, el Barça mejoró el juego por dentro con la entrada de Pedri y a la hora de partido ya estaba toda la artillería en el campo con Messi comandando al equipo, Trincao y Dembélé a las bandas y un doble pivote Busquets con Pedri. El Barça sin interiores consiguió crearle más peligro al Betis que hasta el momento se había encontrado muy cómodo en defensa saliendo al contraataque. Hasta que una buena conexión entre Dembélé y Messi acabó en zapatazo del argentino para empatar el partido. Con ese gol se rompió el partido y se pasó a vivir en las áreas. El Betis jugó con fuego permitiendo las transiciones del Barça y los de Koeman sufrían por la banda derecha con las internadas de Álex Moreno. El Betis, sin balón, se veía arrollado por el Barça.