La asignatura pendiente de Gavi
Gavi es aquel alumno que todo profesor desearía tener en su clase. Un estudiante muy espabilado, bastante avanzado a su edad, pero cada vez con más ganas de seguir aprendiendo. También es el compañero ideal; carismático, valiente y todo un ejemplo a seguir de cómo dar la cara –literalmente- por sus compañeros. Un expediente excelente, pero con una asignatura pendiente.
El caso de Gavi es de aquellos que dan para analizarlos detenidamente. De futura promesa en el juvenil a titular indiscutible tanto en el primer equipo como en la selección en cuestión de dos años, tiempo en el que ha conseguido el Premio Kopa, el Golden Boy y el MVP de la final de la Supercopa de España, su primer trofeo con el Barça. Casi nada.
El ‘fenómeno Gavi’ se originó tras su primer gol con la camiseta azulgrana ante el Elche la temporada pasada. Una acción en la que arrancó desde el centro del campo y no dejó de superar rivales con el balón pegado a sus pies hasta que perdió el equilibrio y envió el balón hasta el fondo de la red. En ese momento, el Camp Nou sabía que había presenciado el nacimiento de una futura estrella.
Las jornadas iban pasando y las actuaciones de Gavi cada vez eran más reconocidas tanto por los aficionados como por los expertos, y del fenómeno pasamos directamente a la locura. La ‘Gavimanía’ se desató al principio de la temporada tras unos primeros partidos en los que su sociedad con Pedri y Lewandowski ilusionaban al barcelonismo entero.
Tras un Mundial en el que el joven andaluz sobresalió, la final de la Supercopa de España fue dónde pudimos ver su mejor versión. Un Gavi prendido en fuego multiplicó sus llamas y abrasó al Madrid con una combinación letal de intensidad y control. El esquema con cuatro centrocampistas (‘Los 4 Fantásticos’) beneficiaba positivamente su incidencia en el juego. En los espacios cortos te quema y en las distancias largas te ahoga.
Sin embargo, las lesiones del resto de sus compañeros del cuadrado han hecho que en los últimos partidos del interior de Los Palacios se haya echado en falta esa dosis de control necesaria para paliar su innata intensidad. Gavi sigue generando incendios, pero a su edad y con el estilo de juego que propone Xavi, aún necesita de sus compañeros para poder controlarlos.
No obstante, en apenas 20 partidos con la Selección ha demostrado no tener miedo ni a asumir galones ni a recibir balones. Su capacidad de anticiparse al balón y girarse rápido en espacios reducidos hacen que pueda armar contraataques en los que su cambio de ritmo y visión de pase brillan con luz propia. De hecho, sus conducciones rompiendo líneas con el balón pegado al pie llevan ya su marca registrada.
Xavi necesita recuperar el arma más peligrosa de Gavi para volver a equilibrar la balanza entre intensidad y control, especialmente ahora que su figura ha sido puesta en entredicho por muchos que consideran que la primera pesa más que la segunda. Nadie duda de la capacidad del joven interior de Los Palacios que, con tan solo 18 años, demuestra partido a partido que se deja la vida por el equipo. Ninguna asignatura es irrecuperable para el alumno más aventajado de la clase.